jueves, 10 de noviembre de 2016

Otro de Juan.


jsa3.jpg.Me habló personalmente Juan para invitarme a la presentación de su nuevo libro, “En mi propio surco”. Así que no me quedó de otra que ir. Me dije: no me caería mal una caminada al Sentimientos de la Nación de ida y vuelta.
Pues bien, 15 minutos antes de la seis salí rumbo al lugar caminando por las avenidas congestionadas de autos de esta ciudad kafkiana, respirando los tibios gases de sus escapes y oyendo la delicada música de sus claxons.  Las avenidas diseñadas sin considerara a los peatones, tal vez por ser así como conviene a quienes deciden eso. No creo que tan sólo lo hagan para  levantarse jodiendo a los mexicanos. Lo hacen con toda intención de que utilicemos autos, no caminemos y vivamos enfermos. Todo un buen propósito para aumentarlas fuentes de empleos y disminuir la población de longevos.
Eso sí pasé por los hermosos,  como dice una señora, jardines que hizo Mario;  ¿hizo?, suena a manada, los hicieron algunos trabajadores y los pagamos los contribuyentes. El caso es, que pasando por ellos, cerca a una de esas tiendas de nivel mundial, tuve que bajarme de la acera; nada más porque a los de la tienda se les ocurrió que la banqueta era el mejor lugar  para poner la bajada de la electricidad; así pues, que entre medidores transformadores y no se que otras cosas más, pusieron una caseta de concreto, por lo que  no se puede pasar por la acera y hay que bajar al carril de autos. Lo hice pero teniendo cuidado con aquellos de los vehículos; no te metas en esa área privada, porque como sucedió con la señora que iba en una de esas camionetas de lujo que consumen más combustible que tres combis, ya mero me aplasta por ir ella mirando su Iphone  en lugar de ver para dónde mete la trompa… del auto.
Pues bien entre malabares y otras linduras llegué al auditorio con todos mis sentimientos nacionales, por cierto frente a él estaba un bloqueo de protesta en una de las arterias del bulevar Huacapa. Sí protestan de seguro tienen razón ahora en México no hay duda de quienes protestan son los razonable, los que gobiernan están de la trumpada. Pero al menos que esperen un poco para  que el Secretario de gobierno le dé los parabienes a Juan.
Me introduje a la construcción que nos costó un buen a los contribuyentes, ¡qué lujos nos damos gastamos como si tuviéramos!, dirigiéndome a la mesa donde expendían los libros de Juan, compré el nuevo, porque mis doscientos pesos de gasto semanal sólo para eso alcanzó; sobrandome cuarenta para lo que pueda suceder mañana. Ahí estaba Roberto que también deleitará a los concurrentes con las rolas de su guitarra acompañado de su grupo.

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Me senté en una de las poca sillas vacías, justo en el momento en que Horacio iniciaba la presentación, entre halagos de lo escrito, recomendando que es un libro para que cualquiera que lea vaya lo compre y lo lea. Luego siguió con algunos recuerdos del viejo Chilpancingo nostálgico como analogía a la Chilapa que menciona Juan en su libro. Habló de los momentos en la vida de Juan que es el tema central del libro y problemas sociales de Chilpancingo. Argumentando que la ciudad no pare la basura, sino que debe haber algún malvado ente que la riega por todas partes.
Luego siguió Florencio, siempre de palabra fácil y tono de tenor, dijo lo que otros dijeron sobre los recuerdos; preferible así, para no meter la pata diciendo lo que él piensa, después mencionó lo bueno que es Juan en la narrativa. Mientras, todas las puertas del auditorio bien cerradas, por aquello de las consignas de los protestantes que estaban en la calle.
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Siguió el editor, después Juan y los eventos al último. Yo me salí cuando hablaba el editor, los encierros con multitudes nunca me han gustado, así que el orden lo supongo y conociendo a Juan seguro que  pudo haber hablado otro libro.
Regresé ya a oscuras a mi negocio, caminando por banquetas en reparación y autos que no respetan al peatón. Por suerte no hubo balazos, así que salvo y sano estoy escribiendo esto.

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