martes, 7 de noviembre de 2017

De película.


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Foto de S. G. P. Miller.

Yo pienso que todos los cinéfilos han de estar de acuerdo en la capacidad de Hollywood para dramatizar una cinta de desastres, recordarán entre otras: La aventura del Poseidón, Aeropuerto, Terremoto, Infierno en la torre. En todas ellas gran parte de la película la dedicaban a presentar la vida previa de los personajes, siempre mostrando en ella los mejores momentos, sobretodo aquellos de amor y de relación familiar. Más o menos como esos que todos nosotros o al menos una gran mayoría ha fotografiado en su vida.
Hace algunos días pasé por una experiencia que para nada le deseo a otros, pero que a pesar de no ser lo trágico que suele ser lo que sucede en esas cintas no deja de ser traumático. Aclaro, porque vale la aclaración, no me estoy victimizando, no quiero que piensen que estoy queriendo sacar provecho de lo que me sucedió, pero quiero que entiendan cómo se vive la situación, porque tal vez si llegara a sucederles, que mi deseo es que no, entonces tengan en cuenta que lo sufrirán bastante;  y que entiendan, que si yo salgo sano de este trauma ustedes también podrán soportarlo sabiendo que se puede salir de él.
Pues bien he estado alterado; pero soy muy resiliente, siempre busco maneras de distraerme del problema para hacer más llevadera la vida. Entre las cosas que hago recurro a mis viejas fotos, sobretodo a las familiares, en esta ocasión una hermana me prestó su colección familiar y realmente han sido un bálsamo sensacional; pero gracias a mi mente hiperactiva se me vienen también deducciones terribles.
Al mirarlas siento como si yo fuera un personaje, de las películas mencionadas al principio, en una situación de desastre que se avecina; y no hablo de lo que me sucedió. Miro, sin embargo, con nostalgia la vida que llevamos apenas hace unos treinta años. Y sé que como están  sucediendo las cosas ahora, esa manera de vivir, en estos momentos nadie podrá disfrutarla, me doy cuenta que estamos en la parte cumbre del film, en ese momento que los sucesos catastróficos quitan vidas, desmembran personas y se destruyen las propiedades. Donde la cobardía de unos hacen morir a otros y que la avaricia de pocos evita encontrar la salida al problema. Donde los valores materiales sirven para iniciar una fogata, para tener luz y encontrar la salida de donde uno se encuentra atrapado, a veces, ya al casi lograr el objetivo, resulta otra contingencia que te deja en peores circunstancia.
Me tranquilizó temporalmente al mirar en una foto la sonrisa de mi hijo menor, cuando él era un niño que apenas mudaba los dientes, sonrío, luego pienso en su futuro y lloro.

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